¿Qué desafíos y oportunidades para la construcción de sistemas sostenibles presentan los sistemas de abastecimiento alimentario en América Latina? Esta pregunta fue el punto de partida para las reflexiones del seminario internacional del Sistema M.I.T.A. transmitido el 7 de agosto, en el marco de la Diplomatura de Sustentabilidad en la Industria de los Alimentos. El disertante fue el Dr. João Marcelo Intini, oficial de Políticas para Sistemas Alimentarios de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación (FAO).
Con una asistencia de más de 120 personas, el seminario hizo hincapié en la importancia de articular el conocimiento generado en las universidades con la tarea de los productores, como una de las propuestas para encontrar una solución que permita alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. Luego, Intini invitó a repensar, de manera crítica, sobre el desperdicio de alimentos en un mundo en el que el hambre y la inseguridad alimentaria son parte de la realidad mundial.
Retomando el concepto principal del evento, es necesario señalar que un sistema alimentario es la suma de diversos elementos, actividades y actores que, mediante sus interrelaciones, hacen posible la transformación, la distribución y el consumo de alimentos. Definido esto, se puede avanzar sobre los factores que inciden sobre un sistema alimentario, y estos van desde las condiciones climáticas externas hasta los factores relacionados con la tecnología, así como los demográficos, socioeconómicos y políticos, entre otros: “No hay como disociar un sistema alimentario de todos estos factores”.
Por ello, se requieren políticas que comprendan este proceso sistémico y que permitan “abrazar su complejidad” para diseñar sistemas alimentarios que enfrenten todos estos factores.
Es importante tener presente que los sistemas alimentarios latinoamericanos no son comparables con los norteamericanos. En América del Norte, por ejemplo, la mayor parte de la producción de alimentos está orientada para ser distribuida mediante supermercados e hipermercados. En América del Norte y el Caribe (ALC) aún persisten los canales tradicionales de comercialización y abastecimiento, en muchos casos, de menor tamaño que los norteamericanos. Por otro lado, los cambios en las cadenas de suministro de alimentos y en los entornos alimentarios están caracterizados, cada vez más, por una coordinación vertical con un número más reducido de agentes intervinientes en los procesos. “La industria alimentaria, si bien nos ha entregado millones de productos alimentarios, también tiene su parte en la emisión de los GEI, por lo que es necesario mejorar su eficiencia”, declaró Intini.
Sumado a esto, los factores que provocan estrés en los sistemas alimentarios son cada vez más frecuentes e intensos, y en una escala cada vez mayor. A su vez, los sistemas alimentarios son asimétricos y desequilibrados, y las mujeres, las más afectadas. Por ello, la urbanización presenta desafíos que deben ser atendidos en pos de mejorar los sistemas alimentarios. También, se precisa construir sistemas alimentarios resilientes.
EN CIFRAS
* En 2018, el 55 % de la población mundial vivía en zonas urbanas. Para 2050, se prevé que esta cifra aumente al 70 %.
* 733 millones de personas padecieron hambre en 2022.
* Las ciudades representan más del 70 % de las emisiones de GEI.
* En las ciudades, se consume el 80 % de los alimentos producidos.
* La industria alimentaria es responsable de la generación del 37 % de los GEI (IPCC).
* Prácticamente 1/3 de todos los alimentos producidos para consumo humano se pierden.
* Los alimentos representan más del 50 % de todos los residuos municipales.
* Hoy en día, más de 2000 millones de adultos, que habitan en zonas urbanas, tienen sobrepeso u obesidad.
Hacia el final, Intini señaló la necesidad de cambiar los sistemas lineales por circulares para lograr una perspectiva de reincorporación permanente de muchos de los elementos que forman parte de un sistema alimentario y se desechan continuamente: “Estamos frente a una oportunidad enorme para reformular los sistemas alimentarios y para poder sacar buenas ideas del contexto que se observa como dramático”. Por otro lado, agregó que, si bien hay grandes ideas para mejorar las acciones, “en cuanto a su escalabilidad no han movido la aguja” y que, seguramente, “aún no hemos encontrado los mecanismos necesarios.
La lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos debe ocupar un lugar central en la transformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, sostenibles y resilientes para una mejor producción y nutrición, y un medioambiente más sano. También, es necesario contar con datos fiables para tomar medidas que reduzcan la pérdida y el desperdicio de alimentos.
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